viernes, 20 de agosto de 2010
La rutina de estos días
Foto tomada a la carrera y con celular, sumercé disculpará.


Ha pasado más de un mes desde la última vez que estuve en Bogotá haciendo los trámites para mi grado, desde entonces mi vida ha sido desconcertantemente simple. Este tiempo que transcurre entre ser estudiante y ser profesional te deja en un limbo complicado de sobrellevar, por eso prefiero no pensar mucho en mi situación actual.

En este momento, si alguien me pregunta en qué ando mi respuesta varía entre “vacaciones largas” y “mano de obra barata”, por lo general digo lo primero porque lo segundo requiere más explicaciones.

Resulta que estoy dedicada a tejer… sí, como toda una abuelita. Lo que hago son unos apliques en crochet para unos bolsos que se venderán en una tienda en NY, seguramente con un precio diez veces mayor a lo que recibo yo. Pero no me quejo, me gusta mucho lo que esto haciendo, tejer siempre ha sido uno de mis hobbies y sin querer encontré una forma de sacarle provecho. Que además llegó en el momento perfecto, me mantiene ocupada y me ayuda a no sentirme inútil mientras paso la que ha sido mi temporada más larga en el “hotel mamá” en cinco años.

Ocho horas de cada día se me van, como dice mi papá, enredando hilo. A veces más, casi nunca menos, más de una vez me ha agarrado la medianoche y yo todavía tejiendo. Acostada, porque si hay algo que me diferencia de la típica viejita de mecedora es que nunca pude tejer sentada, los codos me sobran y se me cansa el cuello. Durante estas jornadas mi compañía es la televisión, se puede decir que el ritmo de mis días lo dirige la programación de DirecTV. A pesar de que vivo en una rutina extremadamente sencilla y repetitiva en ningún momento he sentido tedio.

Obviamente no pienso quedarme tejiendo toda la vida, así que he empezado a enviar hojas de vida a cuanto contacto me sugieren. Ya se han ido algunas para Bogotá, Medellín, Cali y hasta Chile, pero de ofertas nada. Por ahora no me preocupa, pienso empezar la búsqueda oficial con cartón en mano.

Escribo este post para mí, para leerlo después y recordar claramente la tranquilidad e incertidumbre que acompañan esta etapa de transición. También podría servir para mortificarme cuando empiece a quejarme por la falta de tiempo libre y suplicar por un periodo de vacaciones.

No tengo ni idea de qué sigue, ni siquiera sé dónde estaré al final de este año, sólo espero que no sea en este mismo punto. Tengo miedo, claro, pero son más las ganas de dar un paso más, de sentirme adulta e independiente.

Etiquetas: ,

 
Y esto sólo le pasó a Maria() a las 7:39 p. m. | 18 Infelices comentarios