lunes, 21 de febrero de 2011
Rata inmunda.

… animal rastrero, escoria de la vida, adefesio malhecho…

Rata inmunda que has tenido a bien escoger esta oficina como tu última morada y pasar a mejor vida precisamente durante un fin de semana para recibirnos este lunes con el aroma concentrado de tu deceso. Este post(umo) es para ti.

He llegado esta mañana a mi oficina y he encontrado a varios de mis compañeros en la puerta, temerosos de entrar, al preguntar qué pasaba los muy perversos no quisieron decirme y me dejaron seguir para que yo misma descubriera tu olorosa presencia… ¿o ausencia? Aguantando la respiración agarré mi casco y mis gafas y huí hacía la reunión diaria de las 7:30 am en el cuarto de control. Fue agradable esa media hora en la que pude olvidarme de tu fragancia, confiada en que sería tiempo suficiente para que los del aseo encontraran tus restos y eliminaran en problema.

¡Pero qué ingenua fui! si son las 3 de la tarde y tu paradero sigue siendo tan desconocido como el de Bin Laden. Los aseadores vienen, mueven un par de muebles, dicen “ahí no está” y vuelven a irse, hasta que otra llamada del cada vez más enfurecido jefe los hace repetir el ciclo.

A las 9 de la mañana, habiendo evadido de todas las formas posibles mi puesto de trabajo, no me quedó otra opción que armarme de resignación y oxígeno, y sentarme a trabajar tratando de ignorar tu hedor. De buenas los que tienen portátil, esos ni tontos que fueran agarraron su trabajo y se fueron a fastidiar a oficinas ajenas, tal como tú lo has hecho durante todo este día. Pero como no es mi caso aquí estoy, firme junto a otros cuantos valientes.

¡Maldita sea, rata! ¿por qué putas no fuiste a morirte en la oficina de los ñoños de sistemas? Pestilente amiga, allá desde el cielo de los roedores sabrás disculparme si mis palabras se suben de tono. Sé que no tienes la culpa, no tenías forma de saber que los ductos del aire acondicionado te atraparían cual tramposo laberinto y en ellos encontrarías tu fin. Pero es que si en la mañana me refería a ti como “ese pobre animalito”, a estas alturas ya te has ganado el nombre de “bicho hijueputa”, nada personal, lo que pasa es que la mortecina no es que sea mi perfume favorito.

Para el mediodía ya me tenías con náuseas, la única razón por la que no me salté el almuerzo fue por la posibilidad de salir aunque fuera por una hora de este lugar que has escogido como mausoleo. Lejos estaba de imaginarme que al regresar la situación se pondría aún peor. Dado que encender el aire acondicionado sería el medio perfecto para difundir tu pestilencia que ya en estado de reposo es insufrible, hemos tenido que prescindir de ese aparato que hace nuestras tardes más llevaderas. El sol vallecaucano puso de su parte y como resultado en este momento estamos considerando trabajar en vestido de baño. Y te lo juro, ratica, que si tuviera un chingue a la mano ya lo estaría usando.

Despreciable rata, o chucha, porque a estas alturas no conocemos ni tu especie. Intenté movilizar a este puñado de bizarros* que permanecía en pie a pesar del calor y la peste, para que habláramos con el jefe y le pidiéramos permiso de salir en la ruta de las 2pm, pero como verás tengo tantas habilidades de sindicalista como tú de escapista de ductos de aire, con todo respeto. Así que aquí sigo, contando los minutos para largarme a mi casa, bañarme y olvidar el que ha sido el lunes más largo desde que empecé en este trabajo.

Ahora, mientras te escribo estas letras esperando que la actividad me ayude a pasar más rápido esta tarde insufrible, me informan que finalmente han encontrado tu cadáver. Me he apresurado al celebrar el feliz término de tu operativo de búsqueda y rescate, porque al parecer la odisea no acaba aquí. Intentando lavar tu oloroso rastro, uno de los aseadores tuvo la brillante idea de echarle agua al motor del aire acondicionado. ¡Alegría!, esta oficina seguirá con el clima del quinto pailón del infierno hasta nuevo aviso ¬¬

Pero por lo menos ya podrán darte cristiana sepultura, y que descanses en paz, ya que acá no tuvimos de eso en todo el día. El morbo me ha llevado a chismosear el recogedor en el que te llevaban, no eras una rata, ni siquiera eras “una”, al parecer la chucha que sacaron el viernes pasado había tenido sus crías acá. Ahora hasta siento pesar por esas dos chuchas bebés. Pobrecitas.

Hasta nunca, chuchitas, que en la próxima vida la selección natural no sea tan mierda con ustedes (ni tan cochina con nosotros).

* Siempre había querido usar esa palabra en el contexto correcto :)

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Y esto sólo le pasó a Maria() a las 4:58 p. m. | 11 Infelices comentarios