lunes, 25 de abril de 2011
Sí, mi novio es bajito, ¿cuál es el puto problema?

Para todos los que han querido ofenderme
o burlarse de mí por tener un novio bajito.



1.57, ese es el número que le quita el sueño a usted. Esa cifra que le ha inspirado tantos chistes fáciles y apodos obvios. Mentiría si dijera que me tienen sin cuidado, porque si así fuera no estaría escribiendo esto, pero entienda que lo que me molesta no son los chistes sino la insistencia, es que lo suyo ya está rayando con la obsesión y yo ya me estoy cansando. Pues sí, mi novio es bajito… ¿cree que no lo sé? ¿cree que él no lo sabe? ¿cree que nos afecta?

Le tengo noticias: ser bajito no es algo que dependa de él, mucho menos de mí, esto es cuestión de genética, ¿le suena? Sí, genética, la misma que hace que algunas personas sean blancas y otras sean negras, la culpable de que mis dientes estén torcidos a pesar de una larga ortodoncia, la causante de quién sabe qué desperfectos en su propio cuerpo que a estas alturas de la vida seguramente ya no le importan y que no quisiera señalar a riesgo de ponerme en su ridículo nivel. Para mí usted se ve tan patético burlándose de la estatura de mi novio como me vería yo diciéndole a alguien: “ja-ja, tienes pecas”, “ja-ja, tu pelo es crespo” o “ja-ja, eres sagitario” (¿?).

Él lleva toda su vida viendo el mundo desde sus 1.57 metros de altura, y aparte de tener que valerse de un butaco a la hora de cambiar un bombillo, no ha sido ningún problema. Y si tampoco es problema para mí, ¿por qué tendría que ser un problema para usted? El acomplejado no es él, pues ignora comentarios malintencionados como los suyos y hasta tiene la capacidad de reírse de sí mismo. Acomplejado usted que sigue preguntándose cómo puedo estar junto a un hombre que físicamente no está a mi altura. Pues cómo le parece que la última vez que busqué no encontré en ninguna parte el avisito de “debes tener esta estatura para ser novio de Maria”.


Así que le pido que la próxima vez que su carencia de vida lo obligue a buscar nuevas formas de burlarse de mi novio, lo haga con características que SÍ dependan de él, porque yo sigo sin entender qué mérito tiene ser más alto que otra persona. Pero bueno, ya que insiste en seguir con asuntos congénitos, acá le dejo un inventario de material nuevo (porque francamente lo de “enano” ya lo tiene muy gastado): pues mire, mi novio además de medir 1.57 es miope, tiene hiperbilirrubinemia, está perdiendo pelo a velocidades alarmantes y ronca como un volcán en erupción. Sírvase, bien pueda. Pero adivine qué… tampoco nos va a importar.

¿Sabe por qué? porque la lista de cosas maravillosas de este hombre, tanto las que dependen de él como las que fueron producto de sus genes, es bien extensa, tanto que no podría terminar de enumerarlas. Lástima que usted no se haya tomado la molestia de descubrirlas porque anda muy ocupado preguntándose si mi novio alcanza la manija del congelador o si compra su ropa en un almacén para niños.

He dicho.




 
Y esto sólo le pasó a Maria() a las 11:35 a. m. | 37 Infelices comentarios