miércoles, 15 de diciembre de 2010
Epic
Todavía recuerdo el día que leí la noticia en Twitter: Faith No More confirma su último concierto en Santiago de Chile el 5 de diciembre. En ese momento él, mi novio, estaba en Londres en un evento de Nokia y yo me alistaba para un viaje improvisado a Cali para presentar la entrevista en la que conseguiría mi trabajo actual. De inmediato le envié un mensaje para contarle la buena noticia. Él no lo sabe, pero antes de escribir el mensaje yo ya había decidido que no le permitiría perderse ese concierto. En junio habíamos pasado por una desilusión cuando, teniendo el viaje planeado y las entradas compradas para el concierto de New York City, la embajada gringa nos negó la visa dañando todos nuestros planes. Pero esta vez iba a ser distinto, no dependíamos de ningún cónsul. No me importaba si iba solo o conmigo, todo lo que quería era que no dejara pasar la que podría ser la última oportunidad de ver a su ídolo en vivo.

Tres meses después ahí estábamos, en el estadio Bicentenario La Florida. Eran las seis de la tarde locales, una media hora antes nos habíamos reunido con Gonzalo, quien también es fanático de la banda y se antojó de ir al concierto el día que nosotros compramos las boletas por internet. Así que éramos tres colombianos en Santiago, caminando en busca de la esquina de la Avenida Olivares con Colombia (sí, así se llamaba la calle) para reclamar dichas boletas y poder entrar al estadio. La espera fue más corta que la caminada y en poco tiempo estábamos ingresando al Rock Área, es decir, la gramilla del estadio. Al entrar me emocioné mucho, sabía que estaríamos cerca del escenario pero no me lo había imaginado hasta que estuve ahí, a tan poquitos metros. Él también estaba emocionado, nos abrazamos y sonreímos, no podíamos creer que finalmente estábamos allá, de hecho yo aún no he terminado de asimilarlo.



Un telonero cantaba casi desnudo sobre la gente del Rock Área, por su parecido físico con el personaje de Tom Hanks en la película Náufrago el público lo había bautizado “Wilson”. Nunca lo vi tocar el escenario, lo suyo era un crowdsurfing permanente, incluso llegó a instalar un butaco, tambor y baquetas sobre las manos que lo sostenían, y se sentó a tocar una canción completa como si fuera lo más normal del mundo. Qué traba la que se cargaba Wilson. En algún momento las pantallas del estadio mostraron a Mike Patton, observando tras bambalinas la presentación del telonero con cara de “esa es la actitud”.




Mientras Wilson nadaba sobre la multitud con su pantaloneta roja a media nalga, nosotros aprovechábamos el desorden para abrirnos paso entre los chilenos y así quedar lo más cerca posible del escenario donde en pocas horas veríamos a FNM. Estábamos en medio de un tire y afloje constante. La masa humana me llevaba hacia delante y hacia atrás como las olas en una playa. Esa noche al acostarme, tuve una especie de síndrome de desembarque en el que mi cuerpo, estando quieto, seguía sintiendo la corriente de empujones a la que estuvo sometido durante el concierto. En nuestra misión de avanzada Gonzalo se fue rezagando hasta quedar varias filas detrás de nosotros.

A pesar de que ya eran casi las ocho de la noche, el sol seguía golpeando sin clemencia a la gente de las graderías; eso (los días más largos en el verano) es algo que yo nunca había visto y que seguiría asombrándome durante mi corta estadía en Chile. Hasta ese momento todo iba bien, aparte de algunos codazos y el “agüita para mi gente de Santiago” que me había empapado la camiseta, la situación era llevadera. Pero entonces Primus empezó su presentación y fue como si en esa playita humana se hubiera desatado la peor de las tormentas sin previo aviso. Esa primera canción de Primus fue para mí toda una lucha por preservar mi integridad física, en la que sólo permanecer de pie implicaba un esfuerzo enorme. No me importaba ceder puestos, quería salir de ese tumulto que, apasionado, saltaba y batía los brazos sin ningún orden aparente. Y fue así como nos reencontramos con Gonzalo, donde estaba no era tan terrible el caos, de modo que pude descansar un poco de esa estampida a la que acababa de sobrevivir.

Pero yo sabía que él no iba a querer quedarse en ese punto, no había atravesado el continente para ver de lejos a su grupo favorito. Él tenía que estar a centímetros de Patton, y lo menos que yo podía hacer era acompañarlo. Después de un rato, y casi sin darnos cuenta, emprendimos nuevamente la expedición hacia las primeras filas.

La presentación de Primus fue corta, o al menos así me pareció, y dio paso a unas eternas pruebas de luces y sonido. El clásico “uno dos tres, tssonido, ¿tsi?, probando, ¿tsi?, tsonido, uno…” fue reemplazado en este caso por: “yeah, yeeahhh, yeah”. Estando en relativo silencio, de vez en cuando oíamos gritos y aplausos desde las tribunas. Todos miraban hacia el centro de la cancha y yo no entendía lo que estaba pasando. Hasta que un chileno que estaba a mi lado nos explicó que “son los weones que se están pasando para esta zona. Cuando los Pacos [policías] no los agarran la gente les aplaude”. Me reía cada vez que oía a los locales, estaba fascinada con sus insultos, aunque la mayoría de las veces no lograba entender lo que decían al final terminé uniéndome a sus gritos pidiendo que saliera Patton, “conchaetumadre”, “culiao”, “paren la hueá,” y así. A eso de las nueve de la noche el sol finalmente empezó a ocultarse, mientras que la expectativa por la aparición de Faith No More iba creciendo.

De repente comencé a percibir un olor fuerte, sentía ganas de estornudar pero no podía hacerlo, tenía irritados los ojos y la garganta. Entonces me di cuenta que no era la única, no podía ser coincidencia que al menos 12 personas a mi alrededor estornudaran casi al tiempo. Eran gases lacrimógenos que los Pacos habían echado afuera del estadio, seguramente para detener a los weones que intentaban colarse. Mi malestar fue creciendo, mientras que él apenas alcanzaba a detectar el olor yo sentía que me estaba quedando sin aire. No podía haber un peor momento para que empezara el concierto… por lo tanto empezó.

La tos y la asfixia se me olvidaron en cuanto vi a Mike Patton, Roddy Bottum, Mike Bordin (el único rasta canoso que he visto en mi vida), Billy Gould y John Hudson salir al escenario vestidos de blanco. Abrieron con Epic, la canción más conocida del grupo. Como era de esperarse la marea humana volvió a subir, pero esta vez estaba más preparada para enfrentarla. Me hubiera gustado que comenzaran con una canción más suave (Reunited, por ejemplo), pero se mandaron con toda y así mismo respondió el público. Para mí es una lástima no haber podido disfrutar más esa canción, que me encanta, por haber estado cuidándome de los empujones y batallando para no soltarme de la mano de él. Pero bueno, no se puede esperar vivir una experiencia personal entre semejante multitud.

- You want it all but you can’t have it.-

Nuevamente retrocedimos varios puestos por cuenta de la euforia de la primera canción. Sin embargo los recuperamos con facilidad gracias a un tipo altísimo de quien nos pegamos en su avanzada cuando tocaron Caffeine. De cualquier manera nunca llegamos a la primera fila, si mucho a la octava, nos dimos cuenta de que si avanzábamos más nos encontraríamos con una pelea colectiva que no nos permitiría disfrutar del evento. Los chilenos tienen la asquerosa costumbre de escupir a los artistas durante los conciertos. Es algo que nunca terminaré de entender, ¿pagar la boleta más cara sólo para poder contar con orgullo que le escupiste a ese grupo o cantante que admiras? A mí me habían informado con tiempo acerca de este desagradable hábito, pero por más preparación psicológica que tuve no podía evitar retorcerme del asco cada vez que levantaba la cara para ver a FNM y veía un pollo (así les llaman) volando hacia ellos. Lo peor de todo es que a Patton le encanta eso, los incentiva a hacerlo. Hubo un momento en el que dijo en un perfecto español que quería una “pollería” en el escenario. Yo me agaché y me tapé la cabeza apenas oí su petición.

- It’s the thing you hate the most.-

Cuando le conté a mi hermano que me iba para Chile y le dije el motivo del viaje se burló de mí. Me dijo que yo era una “fan casual, fan de concierto” y que sólo iba porque ajá. Como lo último que quería era ser eso que mi hermano había descrito, estuve oyendo música de Faith No More diariamente los dos meses previos al concierto. De todas formas los dos años junto al hombre que, probablemente, sabe más de ese grupo que cualquier otra persona en Colombia me habían dejado un conocimiento de su música del cual no era consciente. Estando allá, en el Bicentenario, me sorprendí al ver que sabía más letras y conocía más canciones que la mayoría de los fanáticos que me rodeaban. Sé que si fuera por nivel y años de fanatismo, habría miles de personas con más derecho a estar allá que yo, pero nadie podría decir que no me lo gocé al máximo.

Él reconocía cada canción incluso antes del primer acorde, y me decía los títulos con la emoción con la que un niño descubre sus regalos de navidad. Pero el mejor de los regalos llegó cuando empezaron a tocar King for a Day, que es su canción favorita y de la cual llevábamos bastante tiempo preguntándonos si la cantarían en Santiago. De inmediato supe que estaba presenciando uno de los momentos más importantes de su vida, las lágrimas se iban acumulando en sus ojos mientras cantaba cada línea junto a su ídolo. Él había estado esperando muchos años por este instante y yo me sentí privilegiada por presenciarlo. No quería interrumpir, no quería hacer o decir nada que alterara esa felicidad infinita que se veía en su cara; con cuidado saqué el celular de su bolsillo y empecé a grabar apuntando a la pantalla más cercana. También tomé un par de fotos pero salieron horribles, culpo a la hora y a la inestabilidad de mi mano. Mi idea era documentar el momento para que él pudiera revivirlo cada vez que quisiera, espero haberlo logrado aunque sé que no necesitaría ningún video para recordarlo.


- This is the best party I’ve ever been into.-

La groupie que vive en mi interior se iba liberando a medida que avanzaba el concierto, de mis canciones favoritas tocaron: The Gentle Art of Making Enemies, Evidence, Midlife Crisis, Ashes to Ashes, Just a Man; y me quedaron debiendo The Real Thing, Chinese Arithmetic y Land of Sunshine. Mike Patton estuvo tan enérgico e impredecible como lo había visto en todos los videos de conciertos anteriores. De repente se desaparecía y los demás, sin dejar de tocar, se miraban como preguntándose “¿y ahora qué va a hacer?”, entonces volvía con una máscara en la cabeza diciendo “yo soy don Francisco, y cuando digo canto, cantas”, o se acercaba al público en busca de más “pollos”, o tomaba prestada una cámara de la primera fila para grabarse cantando. Es un hombre con tanta actitud como talento, capaz de cantar lo que le venga en gana sin fallar en una sola nota, todo esto al mismo tiempo que hace cualquier tipo de payasada en el escenario. Cantó dos canciones en español: Evidence y Qué he Sacado con Quererte, esta última es un cover de Violeta Parra que habían tocado la noche anterior durante el cierre de la teletón. “¡Este man es un putas!”, fue lo único que pude decir al oírlo cantando esa canción, con tanta fuerza en su voz que cada “ay-ay-ay” me dolía en el alma.

-A star is out. I will not touch you I am just a man. -

Aunque me parecía agotador mantener el ritmo de quienes saltaban a mi alrededor, era mejor que quedarme quieta y sufrir sus pisotones, bueno, eso lo sabe cualquiera que haya asistido a un concierto. El caso es que mis pies y mis botas todavía recuerdan ese día con un poco de dolor. Pero lo mejor fue cuando dejé de saltar por instinto de conservación y realmente me dejé llevar por la emoción del momento. Creo que el punto cumbre fue en el primer encore con We Care a Lot, cuando me descubrí saltando y pegando alaridos mientras quienes estaban junto a mí, incluido él, se veían lo más de calmados.

- And it’s a dirty job but someone’s got to do it -

Para el segundo encore entraron cantando Easy, un cover de The Commodores que me gusta muchísimo. Podría decirse que, junto a Just a Man, fueron las únicas canciones suaves de todo el concierto, así que aproveché la calma para cantar a grito herido sin preocuparme por los dedos de mis pies, que a esa altura ya eran cebiche chileno. Él me abrazó por la cadera y yo agarré su mano, en ese momento no existía nada diferente a nosotros dos, excepto Mike Patton y su maravillosa voz. A la mitad de la canción estaba tan emocionada que se me salían las lágrimas, lloré de alegría, lloré agradeciéndole a la vida que me había permitido estar ahí. Había estado tan concentrada en acompañarlo a él a cumplir su sueño que no me di cuenta que también se había convertido en el mío. El concierto estaba por terminar, y había sido todo lo que yo esperaba y mucho más.

- That’s why I’m easy, easy like Sunday morning.-

Un tercer encore me tomó por sorpresa cuando ya me alistaba para salir. Volvieron por última vez para despedirse como debía ser, y justo como él lo había pronosticado varios días antes, tocaron Kiss and Say Goodbye. La letra es súper triste, habla de la separación de una pareja pero se amoldaba perfectamente a la situación, era la despedida definitiva. Se sentía como un aire de duelo en el ambiente, era la nostalgia de saber que estábamos presenciando la última canción del último concierto de Faith no More. Entre el público circulaba una bandera gigante con el texto “Happy ending, fuckers”, a Patton y Roddy les pareció un detalle muy dulce y le agradecieron una vez más su fidelidad a los chilenos. Finalmente, después de una ovación que pareció durar horas, las luces del estadio se encendieron y nosotros emprendimos la retirada, convencidos de haber sido parte de un capítulo “Epic” de la historia de esta gran banda.


- Please darlin', don't you cry. Let's just kiss and say goodbye. -


*Los links de los nombres de cada canción llevan a videos del concierto. Excepto Reunited que es de la presentación en el Download Festival. El video de King for a Day fue el que yo grabé con su celular y del que hablo en el post. Los videos de Easy y "Don Francisco" también son cosecha propia.

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Y esto sólo le pasó a Maria() a las 7:11 p. m. | 7 Infelices comentarios