jueves, 21 de agosto de 2008
Buena ésa, señor Murphy



Muy pocas veces le echo a don Murphy la culpa de mis desgracias. No, yo digo que las mías se rigen por sus propias leyes*, y que muchas veces ese tal Murphy es un re debuenas al lado mío. Pero es que la de aquél día sí tuvo que ser obra de ese señor.

Llegué por la tarde a mi casa después de un día de universidad extrañamente relajado. Había quedado de ir a cine con… con… ¡ay! Julius, no sean metidos, piérdanse media. Bueno, el caso es que el sujeto aquél llegaría en unos 10 minutos y yo no estaba lista. A una velocidad supersónica hice el cambio maletadeuniversidad–bolso, me cepillé los dientes y me peiné. Fue entonces cuando la fulana igualitica a mí que me miraba desde el otro lado de espejo me gritó: “ole, ¡si la feura doliera vos ya estarías encamada!”.**

Y pues sí, la chica esa tenía toda la razón: me veía feísima. Pero con tan poquito tiempo no había mucho que pudiera hacer al respecto, así que pensé “bueno, por lo menos me voy a cambiar los aretes, me pongo unos más bonitos y más grandes que distraigan la atención de esta cara de sobreviviente del holocausto que me cargo hoy”.

Apurada saqué mis aretes fucsias de semilla de tagua y ya, todos felices. Fin de la historia.

– Sí, claro –

Tuvieron que pasar más de cuatro horas (porque llegamos tarde para la película y nos tocó quedarnos dando vueltas en Unicentro hasta la siguiente función) para que me diera cuenta de que una de mis peores pesadillas se estaba volviendo realidad.

¡Juepuerca vida, no me puse aretes! Esto sólo me pasa a mí.

En ese momento se me acabó la tranquilidad. Nonono, es que ustedes no se alcanzan a imaginar la tragedia que representa para mí salir sin aretes, simplemente no puedo vivir sin ellos. Si me falta uno me siento asimétrica, y si me faltan los dos me veo como un hombrecito. Es realmente traumático.

Creo que al personaje en cuestión le sorprendió mi reacción exagerada frente al pequeño olvido. No, es que yo sí soy mucha boleta. Pelando el cobre, mostrando mi lado neurótico y psicorígido, toda alterada por semejante bobada. Ole, ¿será por eso que desde ese día no nos hemos vuelto a ver?, jajaja ¡lo espanté!

Lo peor del cuento es que no termina ahí, de hecho no ha terminado. Esa noche volví a mi casa derechito a buscar mis aretes fucsias, para reclamarles que me hubieran dejado botada en la ida a cine… pero los infelices no aparecieron, los busqué en mi mesa de noche, en el baño, en el armario, en el abecedario, debajo del carro, en los libros de historia, en las revistas y en la radiooooo. Jejeje, acabo de regresar a mi infancia.

Hasta el día de hoy sigo buscando mis aretes, he allanado hasta el último rincón de mis cajones y los muy hijos de la tagua no han dado señales de vida… de existencia, mejor. (Sí, porque el día que me encuentre un par de aretes “vivos” me muero del susto… y después los subasto y pago la deuda que tengo con el Icetex)

Apreciadísimo señor Murphy:

Lo felicito, me hizo verme horrible y me hizo quedar mal. Mis aplausos para usted. De verdad, buena esa míster Murphy. ¿Será que ahora sí me puede devolver mis aretes? Y que gracias.
Aunque, sabiendo lo mala leche que es usted, seguramente está esperando que yo me compré o me haga unos nuevos para hacer aparecer los otros.

In memoriam

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Mis aretes fucsias de semilla de tagua.
2005-2008
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* Leyes estosolomepasaamísticas ®
** Otra de esas célebres frases de mi familia.

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Y esto sólo le pasó a Maria() a las 1:56 a. m. | 27 Infelices comentarios
domingo, 3 de agosto de 2008
Estoy de aniversario, felicítenmennnn

Hoy se cumplen tres años de mi llegada a la nevera… bueno, en realidad fue antier, pero no tenía dónde escribir este post, así que digamos que es hoy. Al fin y al cabo es mi blog y yo celebro los aniversarios cuando me dé la regaladísima gana, y si mañana me da por venir a decirles “feliz navidá” no hay nada que ustedes, infelices Julius, puedan hacer al respecto.

Ejem, como que me desvié. ¿En qué iba? ¡ahh, sí!

Primero de agosto de 2005, mis papás me despertaron tempranísimo después de una mala noche, en la que dormí muy poco pensando en todo lo que se venía y sin saber que esperar. Me bañé y bajé a desayunar, pero no pude, la comida simplemente no me bajaba. Sentía las mismas náuseas de la mañana en la que presenté el Icfes*, justo como me he sentido hoy durante todo el día.

Mi papá terminó de cargar todas mis cosas en la camioneta, y listo, vámonos. Fue muy extraño ver cómo iba dejando atrás todo lo que conocía, mi casa, mi ciudad... mientras avanzábamos el paisaje se fue volviendo desconocido y finalmente me quedé dormida.

A eso de las cinco de la tarde llegamos a Bogotá, y como era de esperarse, nos perdimos :S

Los siguientes días fueron de trasteo, de compras, de conocer un poco la ciudad. En ese momento yo estaba feliz, encantada con Bogotá a pesar del clima y el ardor en mis ojos. Obviamente estaba asustada por tantos cambios en mi vida, pero me sentía tranquila porque todavía tenía a mis papás conmigo.

El seis de agosto, ése día sí se me acabó el mundo. Mis papás regresaban a Buga la mañana siguiente (cumpliendo treintaytantos años de casados), así que me dejaron instalada en mi nuevo apartamento y se fueron a dormir donde mis tíos. Era mi primera noche sola, me aguanté las ganas de llorar cuando me despedí de mis papás, pero cuando los vi alejarse por la avenida circunvalar me desbaraté por completo.

Ésa fue la peor noche de mi vida, lloré hasta que me quedé sin fuerzas, tenía miedo de no ser capaz de quedarme acá, y defraudar a mis papás sabiendo todo el esfuerzo que estaban haciendo por mí.

Llamé a mi (en ese entonces) novio para que me diera ánimos, y el muy maldito no me contestó porque andaba en cine, esto sólo me pasa a mí. La depresión desapareció en un par de semanas y casi sin darme cuenta ya estaba disfrutando de mis primeras vacaciones en Buga.

Bueno, ya han pasado tres años y sigo acá, feliz, convencida de que tomé la mejor decisión para mi bienestar. Ya no lloro cada vez que llego a Bogotá, aunque sigo enfermándome, espero poder superar esa "alergía a la capital" algún día.

*Ese bendito examen influyó mucho para que yo esté aquí ahora.

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Y esto sólo le pasó a Maria() a las 11:43 p. m. | 27 Infelices comentarios