Bueno, el caso es que la idea me estuvo dando vueltas e la cabeza por algunos días hasta que me decidí a comentarla con algunas personas, y la cosa fue mas o menos así:
Con el novio eterno
Maria(): amor, quiero hacerme un piercing en la nariz.
Novio eterno: hágaselo, pero se olvida de mí.
Maria(): ay tu sí eres exagerado.
Con mis amigas de la U
Maria(): niñas me quiero hacer un piercing en la nariz.
Cata: estás loca, yo no te veo a vos con un piercing.
Pao: Vos no tenés personalidad pa’ eso.
Diana: Pues sí te verías rara, pero chévere yo te acompaño.
Con una amiga de mi prima que tiene el piercing
Maria(): oye, me quiero hacer el piercing en la nariz.
Valeria: Pero eso duele mucho, ¿ya tenés el sitio?, cuidado porque te pueden prender alguna enfermedad.
Bueno, el sondeo no resultó muy alentador, pero yo seguía empeñada en hacerme el piercing, por la noche hablando con mi mamá, le hice el comentario…
Maria(): mamá, me quiero hacer un pier…
Mamá: NI SE LE OCURRA.
Maria(): bueno señora.
Mamá: ¿y cómo va la universidad?
Cambio drástico del tema y el piercing nunca jamás se volverá a nombrar.
Es por eso que yo soy la hija que cualquier madre desea, ¿Exceso de obediencia? El caso es que por ahora me puedo ir olvidando del tema, tal vez algún día (la próxima, próxima, próxima cosecha) cuando no dependa económicamente de mis papás, pero lo más probable es que en ese momento ya no me llame la atención.
Y cambiando de tema.
Contrastes: desayunar Chocolisto con pan en el apartamento, almorzar sanduche de mozarella y pesto en Oma, y comer lomo de res gratinado con queso azul en el restaurante Tramonti.
Etiquetas: Mi hermosa familia
pues yo sigo con el asunto de un tatuaje bien grandote en el omóplato, pero todavía no me convenzo... me dan miedo las agujas. Yo te apoyo con el piercing, pero no en la nariz... qué tal en la ceja? esos se ven bacanos. y un tatuaje, no?