Entre ellos Alejandro, era bien bien bajito, tenía una carita de niño bueno que mmmm, me parecía divino. Más allá de eso no es mucho lo que puedo recordar de su físico, de él recuerdo que se quedaba muy seguido en mi casa, a almorzar o a dormir, porque vivía lejos, y claro, yo encantada. Recuerdo que una vez mi hermano lo invitó a la feria de Buga y se compró un hámster, se lo entregaron en una bolsa de papel y estuvo todo el día con su bolsita en la mano, recorrieron toda la feria, se quedaron hasta muy tarde, y cuando fue a ver su nueva mascota, hacía rato había abierto un roto en la bolsa y se había escapado.
Se fue a vivir a Estados Unidos antes de terminar el colegio, y nunca más volví a saber de él, bueno, que yo recuerde, supongo que mi hermano seguía en contacto con él, en fin.
Fueron bonitos esos tiempos, yo toda boba, ingenua, tragada de unos manes que ni me volteaban a mirar. Ahora que tengo facebook, me había visto tentada a buscarlo, sólo para saber qué había sido de su vida, recordar su cara y seguramente decirme “carajo, ¿en qué estaba pensando?”
Acabo de hablar con mi mamá, me dice “¿te acordás de Alejandro Gómez?”, yo, con la indiferencia que siempre aparenté hacia él contesté algo como “ahh sí, el amigo de mi hermano” y ella comenzó con “sí, el que…, el que una vez…, el mismo de…” y yo “ajá, ajá”
“Se mató ayer en una moto, iba con la hermana, ella también se murió”
Me quedé sin palabras.
Es muy extraña esta sensación…
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Dicen que uno recuerda a las personas porque se quieren despedir. Dicen.