Yo no tuve fiesta de quince. Para sus 15, su papá alquiló el sitio de moda y todos fuimos invitados.
Ella quería ser periodista. Yo quería ser ingeniera.
Yo soy tímida, a ella la recuerdo extrovertida e imprudente.
Ella me llamaba “maestra” porque le ayudaba con física y otras materias. Yo le decía “discípula” por seguirle la corriente.
Yo falté a los últimos días de clase porque estaba en Bogotá, entre otras cosas, tramitando mi inscripción en la universidad. Ella faltó porque finalmente había convencido al papá para que le regalara la mamoplastia de aumento, justo a tiempo para la fiesta de grado.
Empecé a trabajar una semana después de haber recibido mi diploma, dándole gracias a Dios porque sé que hoy en día no es nada fácil conseguir el primer trabajo con esa rapidez. Ella en cambio tenía planes muy distintos: se dedicó a viajar. Primero fue con su papá y sus hermanas a Fort Lauderdale, Miami y Orlando. Creo que también estuvo un tiempo en Bogotá. Anoche supe que anda en Europa, y ver las fotos de su paso por Venecia desató en mí el ataque de envidia más grande de mi vida.
Comencé a preguntarme cómo sería mi vida si las cosas me resultaran tan fáciles como parecen resultarle a ella. Sí, estudié la carrera que quería y en la mejor universidad, pero gracias a eso tengo una deuda de la que no sé cuándo podré librarme. Mientras ella pasea por Italia yo me levanto a las seis de la mañana para ir a trabajar, no puedo evitar sentir envidia. Estoy consciente de que la comparación no es tan básica como la estoy pintando, al fin y al cabo nadie sube fotos de los momentos difíciles a su Facebook. También es cierto que yo también he podido darme gustos a los que otras personas no tienen acceso, así que no tengo derecho a quejarme.
“TEH GRASS IZ ALWAIZ GREENER ON THE UDDER SIED OB TEH FENSE”
Tomado de I can has Cheezburger.
Mi papá es el hombre más maravilloso del mundo, no podría terminar de agradecerle todos los esfuerzos que ha hecho para darnos a mí y a mis hermanos todo lo que ha estado a su alcance. ¿Pero por qué no pudo ser más simple? ¿por qué siempre tuvimos que seguir esperando la próxima cosecha? ¿por qué tuvimos que tomar una decisión tan difícil como cuál de mis padres iba a acompañarme en mi grado porque la plata no alcanzaba para que viajaran ambos?
Sé que algún día voy a ir a Venecia, no me permito dudarlo. Estoy segura de que tanto ella como yo alcanzaremos las metas que nos pongamos en nuestra vida profesional, pero hoy siento que a mí me costará más trabajo.
No sé, a ratos me gustaría cambiar de papeles y que la mayor de mis preocupaciones fuera mi talla de brassiere.
Etiquetas: Pongámonos serios
A nadie le toca fácil nada en la vida, y no tendría nada de raro que ella, desde sus posesiones y cosas de las que hace tanto alarde ... por dentro esté vacía y añore con más y más fuerzas que antes ser tu. Lo de "la plata no compra la felicidad" es más cierto que un chucho así como lo de "pero sí que puede ayudar" también. No sabemos como serán las cosas para ella, y la verdad, no debería importarnos. El hecho es que si ella está haciendo algo que a ti te haría feliz, no garantiza que ella lo sea, o vaya a serlo a largo plazo.
Claro, suena a consuelo chimbo tipo "estará de Dios". Claro que da envidia saber que otros hacen lo que a uno le gustaría estar haciendo, pero si uno se pone a detallar ... la mayoría de las veces le va mejor quedándose con lo que tiene.
Y si no es el caso ... pues que lo disfruten. Que sea un estímulo para hacer lo mismo que ellos (preferiblemente por las buenas) :P