Hoy se cumplen tres años de mi llegada a la nevera… bueno, en realidad fue antier, pero no tenía dónde escribir este post, así que digamos que es hoy. Al fin y al cabo es mi blog y yo celebro los aniversarios cuando me dé la regaladísima gana, y si mañana me da por venir a decirles “feliz navidá” no hay nada que ustedes, infelices Julius, puedan hacer al respecto.
Ejem, como que me desvié. ¿En qué iba? ¡ahh, sí!
Primero de agosto de 2005, mis papás me despertaron tempranísimo después de una mala noche, en la que dormí muy poco pensando en todo lo que se venía y sin saber que esperar. Me bañé y bajé a desayunar, pero no pude, la comida simplemente no me bajaba. Sentía las mismas náuseas de la mañana en la que presenté el Icfes*, justo como me he sentido hoy durante todo el día.
Mi papá terminó de cargar todas mis cosas en la camioneta, y listo, vámonos. Fue muy extraño ver cómo iba dejando atrás todo lo que conocía, mi casa, mi ciudad... mientras avanzábamos el paisaje se fue volviendo desconocido y finalmente me quedé dormida.
A eso de las cinco de la tarde llegamos a Bogotá, y como era de esperarse, nos perdimos :S
Los siguientes días fueron de trasteo, de compras, de conocer un poco la ciudad. En ese momento yo estaba feliz, encantada con Bogotá a pesar del clima y el ardor en mis ojos. Obviamente estaba asustada por tantos cambios en mi vida, pero me sentía tranquila porque todavía tenía a mis papás conmigo.
El seis de agosto, ése día sí se me acabó el mundo. Mis papás regresaban a Buga la mañana siguiente (cumpliendo treintaytantos años de casados), así que me dejaron instalada en mi nuevo apartamento y se fueron a dormir donde mis tíos. Era mi primera noche sola, me aguanté las ganas de llorar cuando me despedí de mis papás, pero cuando los vi alejarse por la avenida circunvalar me desbaraté por completo.
Ésa fue la peor noche de mi vida, lloré hasta que me quedé sin fuerzas, tenía miedo de no ser capaz de quedarme acá, y defraudar a mis papás sabiendo todo el esfuerzo que estaban haciendo por mí.
Llamé a mi (en ese entonces) novio para que me diera ánimos, y el muy maldito no me contestó porque andaba en cine, esto sólo me pasa a mí. La depresión desapareció en un par de semanas y casi sin darme cuenta ya estaba disfrutando de mis primeras vacaciones en Buga.
Bueno, ya han pasado tres años y sigo acá, feliz, convencida de que tomé la mejor decisión para mi bienestar. Ya no lloro cada vez que llego a Bogotá, aunque sigo enfermándome, espero poder superar esa "alergía a la capital" algún día.
*Ese bendito examen influyó mucho para que yo esté aquí ahora.
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FELIZ.ANIVERSARIO( MARIA());