Versión gringa y medianamente violenta de mi papá.
Los médicos de mi familia, que son muchísimos, adoptaron o talvez crearon un sabio proverbio que dicta: “lo que no cura el bicarbonato de sodio, es cáncer”, siguiendo la anterior filosofía estos doctores han enfrentado generación tras generación todo tipo de enfermedad o dolencia, exceptuando claro, el cáncer. ¿Que tiene dolor de estómago?, tome bicarbonato que eso es bendito, ¿Que le duele la cabeza?, un vasito de bicarbonato de sodio, ¿Que tiene gadejo*?, nada mejor que el bicarbonato…
Pues bien, así como ellos tienen su lema yo también hice el mío, y dice:
“Lo que no arregle don Rodrigo, bótelo a la basura”.
Y es que no en vano mi padre es considerado “el Macgyver criollo”, no sólo por su capacidad innata de arreglar cuanto aparato o vehículo averiado le pasen por el frente sino también por su recursividad, demostrada en acciones como reparar el radiador de un carro con una barra de jabón, reemplazar una llanta a la que se le dañó el soporte por un pedazo de madera, o curar una fractura externa de un gato con pega rápida, es que hasta a la veterinaria le pega si es necesario, en serio, mi papá no se vara por nada, es capaz de obtener cualquier pieza que le haga falta a partir de un trozo de chatarra. Y si la cosa se pone difícil, sólo agregue ron, Jack Daniels o similares.
Don Rogrigo es ingeniero mecánico desde mucho antes de haber entrado a la universidad; restauró su primer carro antiguo a la tierna edad de 13 años, cuando ayudado por sus hermanos sacó del garaje un camión Chevrolet 1926 que reparó empíricamente y que hoy en día es uno de sus bienes más preciados. A su colección se suma una camioneta GMC 1951 que restauró hace unos 3 años junto a sus hijos**. Existe también un proyecto a muy, muy, muy largo plazo para devolverle la vida a un automóvil Okland del año 1925 que por el momento está reducido a un montón de piezas en el garaje de mi casa.
La experiencia que tiene mi papá no se consigue en ninguna universidad ni la garantiza ningún diploma, a pesar de (o quizás debido a) esto, no son pocas las personas que sin dudarlo recurren a él para cualquier consulta o reparación que necesiten.
Ustedes no se alcanzan a imaginar la admiración que yo siento por mi padre, es un hombre extremadamente inteligente, racional, recursivo, emprendedor, perseverante, enamorado y entregado a sus hijos. El día de hoy quiero agradecerle una vez más a Dios por el hogar que me dio, y decirle a mi padre que lo adoro y que realmente quiero ser como él cuando sea grande.
*Gadejo: nombre que le dan las mamás a una de las enfermedades favoritas de los niños, la cual consiste básicamente en ganas de joder.
**Aunque en la primera salida en público nos haya quitado el crédito.
Etiquetas: De mí para vos, Feliz de la papaya, Mi hermosa familia, Pongámonos serios
Por primera vez visité tu blog y di un paseo rápido por él. Los 100 datos inútiles me dieron una visión más amplia de ti y, además, una nueva respuesta con respecto a mi nuevo amor platónico.