Ni más faltaba, el sujeto no me ayuda con la maleta, ni me abre la puerta, ni un miserable “buenos días” es capaz de pronunciar, y en cuanto le entrego el papelito que me acaban de dar en la cabina de taxis, voltea a mirarme como si le hubiera mentado la madre y me dice “pero eso es ahí no más, semejante colota que me tocó hacer”. Se llenó de mocos el taxista, vea pues, ¿esto sólo me pasa a mí?
¿Y yo qué culpa carajo? ¿Cómo hiciéramos entonces? Ahhh ¡ya sé!, si quiere lléveme a Chapihuevo a mi antiguo apartamento, después le pegamos al septimazo un ratico y cuando considere que el taxímetro ha marcado un precio que justifique la cola que hizo en el terminal me lleva al apartamento en el que tan amablemente me ha acogido la señora Mugres, ¿le parece?
A ver, y si eso queda ahí no más ¿por qué me pregunta que cómo llega? Yo siempre he pensado que podría trabajar de taxista si no fuera por dos pequeños inconvenientes: 1). No sé manejar. 2). No me ubico en Bogotá (ni en ninguna parte). Pero después de conocer a éste personaje y otros por el estilo me doy cuenta de que sería una excelente taxista.
Bueno, llegamos. Me deja en el andén opuesto al edificio y me tira la maleta y la caja al suelo. Procedo a pagarle la carrera, afortunadamente tenía la cantidad justa porque fijo me habría dicho “¿no tiene más sencillito?”, cosa que me emberraca sobremanera, me provoca contestarles como lo hizo alguna vez el dueño de este dementcuarto “qué pena señor, se me quedó el billete de $9800”.
¿Y yo qué culpa de que se le caigan las moneditas al piso? Me bajo del vehículo y el tipo cierra la puerta con odio (allá él, es su carro) y desaparece para siempre de mi vida, gracias por nada.
A propósito, ya volví a Bogotá, estoy en edición especial por pocos días: ahora con el doble de veneno y 80% menos paciencia. Y si no le gusta no me toree.
Etiquetas: Ando putérica, Me llené de mocos
Ufff. Sí que me caen mal esos taxistas. Pero así que apenas les deseo que todas las noches de sábado siempre lleven a gente que se vomite en el taxi y no se acuerden donde viven y anden sin plata.
Así.