Hoy tengo el gusto de traerles la primera entrega, con dos invitados muy especiales y cumplidos, los primeros en cumplir con la tarea y entrar en la lucha por el disputado chocorramo.
El primero es nada más y naiden menos que mi novio eterno, el famosísimo Juan, nombrado mil veces en este blog, tengo que decir que no me canso de esa historia y más cuando es contada por mis suegros y mi cuñado. Sin más preámbulos los dejo con “esto sólo le pasa a mí Juan”.
EL BUÑUELO CONTRATACA
Hay una historia que siempre que tenemos una reunión familiar resulta siendo el tema de conversación y yo termino siendo victima de burlas, pues bien quiero contar mi versión de los hechos pues cada vez que la cuentan le cambian o le agregan algo.
Cuando estaba en primaria hace unos 11 años, pertenecía al equipo de fútbol del colegio y es que no es por chicanear pero yo era un defensa prometedor hasta que me tope con Maria(); a la cual le debo entre otras cosas no pasar del ultra 64, no desarrollar la muy útil “labia”, no conocer la magia del “rumbeo”, solo por nombrar algunas de las habilidades que los hombres adquieren entre los 13 y los 16 años.
¿Y en qué íbamos? ..........ah sí, el niño prometedor, el futuro Iván Ramiro Córdoba bugueño llegó como titular a los juegos intercolegiados, esos hijuemadres partidos eran a la 1:00 p.m. con un sol horrible, además del hambre tan grande pues no tenías tiempo de ir a tu casa a almorzar porque al malparido entrenador le daba porque había que llegar una hora antes para “calentar”, fue así como para uno de esos partidos decidí llevar algo de comer, un snack que llaman, pero no era cualquier snack, era uno bien autóPtono el famoso y muy delicioso, deliciosísimo buñuelo el cual guardé muy cuidadosamente en el bolsillo de la pantaloneta envuelto en unas servilletas y así me fui para el partido, el buñuelo sobrevivió el calentamiento con su debido estiramiento hasta que llegó la hora del partido.
Son la una de la tarde, un calor ni el hijuep… y rueda la pelota… de pronto un estruendoso sonido procedente de mi estomago llama mi atención y de repente muchas imágenes de comida empiezan a recorrer mi mente, y es que así como Oliver quería ver a su papá yo lo único que quería ver era una bandeja paisa o un pollo apanado con arepitas fritas y todo, y en cambio ¿qué tenía a mi alrededor? una recua de micos saltando con sus respectivos olorcitos y transpirando como solo ellos lo saben hacer. Justo en ese momento en el que pensaba en la tan añorada comida me acordé que había guardado en mi bolsillo un buñuelo y sólo necesitaba un momento de distracción para darle un mordisco y seguir jugando, logre terminar el partido, creyendo que nadie me había visto.
Cuando llegue a mi casa mis papás me recibieron con una carcajada y me preguntaron: “y que Juan como estuvo el buñuelo, digo el partido”. Pero ¿cómo carajo se dieron cuenta?, fue la pregunta que me hice por un buen tiempo hasta que concluí que la única persona que les pudo haber dicho era mi hermano quien también jugaba en el equipo y me había visto pegándole al buñuelo, aquel buñuelo símbolo de la victoria del hombre sobre el hambre. Esto solo me pasa a mi!!
Desde ese momento he tenido que cargar con el cuento del buñuelo en cuanta reunión se acuerdan agregándole cosas como que no era un buñuelo sino dos, o que el arbitro había detenido el partido para esperar que el niño del buñuelo terminara de comer, y para colmo de males la primera vez que Maria() fue a almorzar a mi casa le contaron la historia, de nuevo esto solo me pasa a mi!!
De “ñapa” les cuento que en toda mi carrera deportiva sólo hice cinco goles, uno de ellos desde la mitad de la cancha con un puntazo enorme y me lo anularon por la estúpida regla que el balón en un tiro libre no puede estar en movimiento.
Maria() opina: mentiroso, tú no le diste un mordisco al buñuelo, te lo comiste todito en pleno partido, o bueno, eso dicen, nunca voy a conocer la versión definitiva de esta historia jaja. Te amo mi niño, ni creas que vas a tener algún tipo de ventaja sólo por ser mi novio...
Matilda califica: cuatro filetes y medio.
GUÍA PRÁCTICA PARA LIDIAR CON UN TAXISTA A LA 1:00 A.M.
Lección número 1:
Siempre pida el taxi desde una casa. Tomarlo en la calle puede representar la vaciada completa de su cuenta bancaria o sencillamente la pérdida de su inocencia por el lado que usted nunca quiso perder.
Lección número 2:
Espere pacientemente. Recuerde que a esa hora cientos de sobrios están llamando al mismo número para sacar a patadas al ejemplar personaje que se vomitó en su alfombra.
Lección número 3:
Disfrute la melodía. No importa que el coro que canta en la grabación no llegue a representar ni siquiera a Zipaquirá en El Encuentro Nacional de Coros. De hecho, cántela para no caer en el desespero: Cuando pida un taxi, piense en su seguridad, Tax Express. Taaaaax Expreeeeeess. ¡Su taxi de confianza! Y a continuación espere con paciencia la lección de vida sacada de las tarjetas de Timoteo que acostumbra a poner la central.
Lección número 4:
Confirme la dirección y corra a toda velocidad a la puerta donde el taxi lo recogerá. No hacerlo puede representarle encontrar el taxímetro en el número 38. En caso de que sea así, pídale cordialmente al señor taxista reiniciarlo a menos que empiece a recitar una retahíla al mejor estilo del transportador colombiano hablando de la relación tiempo/trabajo/familia con continuas frases con x que suenan como t: “este tatsi es mío y con él le pago el colegio a yunior”, “uits, pero es que usté se demoró”, “no, no, no, no, no, no, no, no, señor, puede que su novia sea muy setsi, pero es que yo estoy es trabajando, ¿o es que mi tiempo no vale o ques, qué dijo?”.
Lección número 5:
Cuando escuche el enredo de sonidos que salen del radioteléfono del señor taxista, evite entender su lenguaje. Confórmese con saber que cuando habla la señorita de la central y dice una dirección, el señor taxista dirá 59/5. 59 se referirá al móvil y 5, a los minutos que se demorará llegando al nuevo destino.
Lección número 6:
Por nada, nada, nada, absolutamente nada del mundo hable con el señor taxista de fútbol. Hacerlo puede representar la escritura de dos nuevas leyes de Murphy.
Axioma del taxista: si usted es de hincha de Millonarios, el taxista que lo lleva siempre será de Santa Fe.
Corolario del taxista: cuanto más feo sea el taxista que lo lleva, más hincha furibundo será del Independiente Santa Fe.
Lección número 7:
Verifique que la tabla de precios esté visible para usted en el asiento del copiloto. Si no es así, disimuladamente y sólo cuando el señor taxista esté pitándole y gritándole piropos sacados de los únicos fragmentos encontrados de Sodoma y Gomorra a la señorita semidesnuda de la carrera 15, voltee rápidamente la tabla para poder verla.
Lección número 8:
Si, por infortunio, el señor taxista choca a alguien, conserve la calma. Espere a que se baje, golpee con mucha fuerza el capó del carro que chocó acompañado de unas cuantas respetables menciones a su respetadísima madre y espere con tranquilidad a que el señor taxista le proporcione su respectivo escupitajo en la cara al conductor. Respire profundo y espere a que el señor retorne al taxi para llevarlo a su destino. En menos de dos minutos el carro impactado estará rodeado por una multitud de vehículos amarillos que ahuyentarán y amedrentarán a la víctima.
Lección número 9:
Cuando llegue a su destino consulte la tabla de precios, revísela bien y espere a que el señor taxista le diga el valor del pasaje. Si definitivamente el precio de la tabla no coincide con el que le acaban de decir, mire muy bien al chofer que lo acaba de llevar. Si su rostro se le hace familiar a uno de los retratos hablados de los reos que se volaron de la cárcel Modelo de Bogotá la noche anterior, pague sin protestar absolutamente nada y bájese lo más rápido posible sin esperar las vueltas.
Lección número 10:
Si por casualidad decidió no pagarle al señor taxista lo que pidió sino lo que marcó el taxímetro, huya despavorido y péguese al timbre de su edificio para que el portero que duerme plácidamente se levante de su séptimo sueño. Si no ve reacción alguna y alcanza a escuchar los ronquidos de su portero, grite al estilo de una mujer con ataque de nervios de una película de terror y rece todas las oraciones que le enseñó su abuelita para que la cruceta que acaba de sacar de su baúl el señor taxista sea para arreglar una llanta.
Maria() opina: muy buena la guía, personalmente me resulta bastante útil. Con lo poco que he podido ver de Dani, me he dado cuenta de que escribe muy bacano, me alegra mucho contar con su participación en este intento de concurso que estoy haciendo.
Matilda califica: cuatro filetes.
Etiquetas: El amor..., Esto sólo le pasa a Julius
Para comenzar estuvo muy bien.
Felicitaciones a Juan por ser la amenaza de los buñuelos en las canchas.
Y a Dani, porque me enorgullece que siga escribiendo
Saludes niña María Paquita(), y voy a intentar llevarme todo lo posible. Pregunta capciosa
Amarillo o Azul?