Tía equis: quihubo mija, tiempo sin verla, ¿cuándo llegó? (pregunta infaltable)
Maria(): el sábado por la mañana.
Tía equis: ahh ya, está más alta, está bonita.
Maria(): gracias.
Tía equis: sí, le ha ‘sentado’ la capital.
Maria(): ehhh, gracias.
Tía equis: es que está más ‘repuestica’, lo más de linda.
Maria(): ⌐ ⌐
Y todos con el mismo cuento, alguien por caridá de Dios defíname el término ‘repuestica’, lo que yo he logrado deducir es que es algo similar a rellenita, rolludita, repolludita, rechonchita etc. nótese que todas empiezan por R y terminan en diminutivo, y es como una forma de decirme gorda pero con cariño, supongo que es para que no me dé tan duro.
Lo malo es de todas formas me da duro, a ninguna mujer le gusta que le digan gorda, y mucho menos que le digan que está “repuestica”. Lo único que puedo decir en mi defensa es que Bogotá engorda berracamente, valiosísima conclusión a la que he llegado a partir de varios argumentos a saber:
Es muy sencillo, en la capital hace un frío ni el hijuemadre todo el tiempo, entonces ¿qué hace el cuerpo humano para protegerse de la eventual hipotermia a la que se expone al vivir “
El asunto se complica cuando se tiene un novio que vive en Cali y que en cada fecha especial (léase día del amor y la amistad, cumpleaños, aniversario y hasta día de la mujer) se encarga de abastecerme con cualquier cantidad de dulces, en particular chocolates, y pues la noble criatura se manda una voluntad de p*ta y ni por el p*tas le va a despreciar el regalito a su amado.
Pero la cosa no termina ahí, resulta que si en Bogotá hace hambre, en
Lo bueno es estudiando en Unigradas la mayor parte del tiempo uno está es escalando para llegar a clase, porque eso sí, sólo les faltó construir salones en Monserrate, allá cada clase queda 250 escalones más arriba de la anterior. Entonces se puede decir que mi vida allá no es del todo sedentaria, además hay que tener en cuenta la subida al apartamento de la séptima a la circunvalar, que también era todo un premio de montaña. Es que si la tía equis y doña Patricia me vieran durante los primeros meses del semestre se asustarían, dirían algo del tipo “mija, está muy flaca, ¿está enfermita? ¿usted si está comiendo bien?, de por Dios, la niña está muy demacrada”.
Y es aquí cuando llego al último punto: los malditos exámenes finales, al final del semestre aquellas calorías que no han contribuido a calentar este noble cuerpecito han comenzado a formar los indeseables gorditos. Y llegan los exámenes finales, esa ansiedad tan horrible, la falta de actividad física porque ya han acabado las clases, y el frío que parece que atacara con más fuerza en esos días, me hacen reforzar el aporte calórico proveniente de chocolates, dulces y demás chucherías.
Bueno, y toda esta carreta es para tratar de explicar mi actual estado de ‘repuestez’*, pues sí, la palabrita al principio me afectaba un poco, pero ahora no, ahora me afecta excesivamente, más cuando la semana pasada la balanza de la casa de mi abuela me mostró una cifra nunca antes vista, dizque
El caso es que decidí tomar cartas en el asunto, pero no sabía de qué forma lo iba a hacer, pues hay que anotar que la noble criatura no conoce un gimnasio por dentro y nuncamente* ha hecho una dieta ni nada que se le parezca. Fue entonces cuando llegó como caída del cielo (de hecho llegó en manos de la tía ye) una solución milagrosa y lo mejor, que no requiere ningún esfuerzo físico, ni sacrificios alimenticios, ni óigase bien inversión económica. Ja, diría un bobo de mi pueblo (los cuales abundan) “de eso tan bueno no dan tanto”.
Mi lógica de estudiante de cuarto quinto semestre de ingeniería química me impide creer en una técnica todopoderosa que se haga llamar “la dieta de los monjes del Brasil”, en primer lugar porque aunque nunca he visto un monje brasilero, lo último que se me ocurre es que sean flacos o le den alguna importancia a su figura. Además el procedimiento es tan absurdo que al leérselo a mi Juan la única respuesta que obtuve fue una cara que divagaba entre la perplejidad, la burla y la impresión de que se estaba preguntando con qué clase de mujer se había metido.
Pero bueno, como dijo mi madre “no se pierde nada con intentarlo”, mejor dicho, es como lo de las brujas, que uno no cree en ellas pero de que las hay las hay.
De modo que el próximo miércoles me dispongo a empezar la dieta de los monjes del Brasil, pero para eso requiero la ayuda de susmercedes mis queridísimos Julius, necesito siete víctimas voluntarios que quieran recibir el invaluable conocimiento de esta poderosa dieta, me dejan un comentario o un mensaje en la cajita y yo les mando por correo las instrucciones, no tienen que hacerla si no quieren, sólo con recibirla cumplen su misión.
Y que gracias.
* Estoy compitiendo con Sebas por la mayor cantidad de palabras inventadas por post.
Etiquetas: Maldita sea mi suerte. Dele. Ríase de mí, Mi hermosa familia
uy, yo si me apunto no soy amigo de dietas, pero con ese nombre...
Asi que mandamela, pero si requiere menos de 1000 calorias no creo que la haga!
Saludos Maria() alias "La repolludita" =)