Y es que cualquier diez de febrero a una niña como yo le da por abrir un blog y empieza a contar esas cosas que sólo le pasan a ella. Días después alguien la visita y le gusta lo que lee, y le da por linkearla. Es así como de la nada comienzan a aparecer lectores.
Y sin darse cuenta, la niña ésta comienza a conocer muchos blogs interesantes y lo mejor de todo: la gente detrás de los post.
Y de un momento a otro ya tiene unos treinta bloggers en el messenger y ha podido conocer a algunos personalmente.
¿Pero en qué momento se da cuenta que la Blogocosa es en realidad un lugar muy feliz?
1) Una bloguera está de compras en un centro comercial en Washington DC, y al ver esta imagen piensa en la niña en cuestión y se la envía diciendo “tan pronto lo ví me acordé de vos.”

¡Mil gracias Comadre! en el próximo concurso de “esto sólo le pasa a Julius” el ganador no sólo se hará merecedor del Chocoramo de Oro, también recibirá el título de “Orange Julius”.
2) Otro bloguero muy querido y con excelentes contactos recibe en exclusiva una foto de cierto motociclista colombiano. De inmediato recuerda la enfermiza obsesión afición de esta niña por el tipo y le manda la foto. Eso sí, con cláusula de confidencialidad, así que no sé si en este momento estoy autorizada a publicar la foto. Pensándolo bien, aunque pudiera, no la voy a compartir con las fanáticas inferiores a mí que llegan por acá googleando su nombre.

Muéranse de envidia tontas
Muchísimas gracias Jonathan, haz hecho feliz a una bloguera.
Ya se me alborotó el cursi, pero es que ustedes dos no saben cómo me alegraron esas fotos, más allá de la imagen con el apodo de mis lectores o mi amor platónico, me hizo sonreír el hecho de que pensaran en mí al verlas y me las hicieran llegar.
Nuevamente, muchas gracias.
Etiquetas: De mí para vos, Esto sólo le pasa a Julius, Feliz de la papaya, Leve y farandulera
Y esto sólo le pasó a Maria() a las 12:58 a. m. |