En 15 sencillos pasos:
1). A mediodía aborde una buseta tamaño lonchera. Pague los $1.200 del pasaje, póngase cómoda en la última silla desocupada y observe cómo un viejito sin dientes y una señora entaconada paran la buseta dos cuadras más adelante. Ponga musiquita en su reproductor mp3 e intente dormir mientras la buseta avanza a paso de tortuga entre el trancón de la hora pico.
2). Entreabra los ojos cuando el viejito mueco empiece a darle golpes en el vidrio al conductor para que le abra la puerta. Despiértese del todo cuando, después de un rato, note que el viejito no ha logrado bajarse de la buseta y que intenta (sin éxito) abrir la puerta desde adentro.
3). Observe como un flacuchento con delirio de superhéroe pretende ayudar al viejito sin dientes siguiendo las instrucciones inentendibles que el conductor grita desde su cabina.
4). Empiece a preocuparse al ver al chofer orillar la buseta y bajarse para darle empujones a la puerta desde afuera.
5). Súbale el volumen a la música para ignorar a la señora entaconada que, sacando su espíritu de recreacionista de Picardías, intenta socializar con los demás pasajeros y hacer chistes sobre “la jocosa situación”.
6). Envíele un mensaje de texto a su novio contándole que está atrapada en una buseta y que lo único que lamenta es no tener cómo twittearlo.
7). Contemple la multitud que se está amontonando alrededor de la buseta, escúchelos proponer todo tipo de soluciones para enfrentar a la puerta que ha decidido no moverse ni un centímetro. Observe cómo la calma empieza a abandonar a cada uno de los pasajeros.
8). Levántese de su puesto cuando el conductor le indique que todos van a salir por esa ventana de… ¿qué sé yo? ¿60x60? ¿70x70? contra la que, hasta hace veinte minutos, venía usted cabeceando tranquila sin imaginar que terminaría encerrada en esa fatídica lonchera.
9). Pregunte en voz alta si el letrerito de “salida de emergencia” en otra ventana (mucho más grande) es sólo una calcomanía de adorno para el vidrio… resígnese al no recibir respuesta alguna.
10). Observe cómo el superhéroe flacuchento abandona el vehículo a través de la ventana, seguido por el viejito sin dientes y otros dos tipos. Pregúntese cómo harán para salir las dos señoras gorditas que viajan en la última fila de la buseta.
11). Admire las cualidades equilibristas de la recreacionista entaconada y comience a pensar qué pierna va a sacar primero y cómo va usted a saltar sin acabar estampillada contra el andén.
12). Rechace la ayuda de Súper Flacuchento Man después de ver cómo recibe a una estudiante de medicina agarrándola de las tetas. “Muy solidario él, ayudando a bajar a todas las damiselas atrapadas, pero no gracias, yo puedo solita.”
13). “Térciese” la mochila, párese en la silla, tome aire y ¡pa’afuera! Pregúntese cómo putas terminó con la pierna izquierda adentro y el resto del cuerpo asomándose por la ventana. Haga la pirueta más extraña de su vida para sacar la pierna y luego de unos segundos colgada del marco cual miquito, pegue tremendo salto para aterrizar como toda una gimnasta en el andén. Oiga el unísono “¡uuuits!” de los espectadores y límpiese las manos. Usted ha salido invicta* de la buseta, ou seh.
14). Observe a una de las gorditas emprender la maniobra de escape. Tómele un par de fotos con la cámara peye de su celular. Y corra a treparse en la siguiente buseta, que ya va tardísimo para su clase.
[1] Estudiante de medicina. [2] Superhéroe. [3] Gordis. [4] La culpable de todo.
15). Finalmente, llame a su novio para contarle todos los detalles y cierre la conversación con un glorioso “¡esto sólo me pasa a mí!”
*Bueno, ni tan invicta: me pelé un codo, todavía tengo un morado en una pierna y las manos me dolieron tooooda la tarde.
Etiquetas: Maldita sea mi suerte. Dele. Ríase de mí
Gracioso el cuento teniendo en cuenta que no era emergencia, es decir, no era incendio ni accidente ni nada que lamentar, pero pierde la gracia al recordar que las salidas de emergencia en esos aparatos suelen ser, en la mayoría de las ocasiones, solo eso, otra calcamonía inutil de una ventana falsa de emergencia que realmente no sirve de nada... que tal si... (no digo) ni pensarlo, habría sido una tragedia espantosa por cortesía de esos #$#&&"&& del trasporte público que juegan con nuestras* vidas todos los días.